Una de las mejores formas de validar las hipótesis es a través de la construcción de un MVP o Producto mínimo viable, que viene a ser la versión del producto que permite dar la vuelta entera al circuito de crear-medir-aprender, con un mínimo esfuerzo y en un mínimo tiempo. El Producto Mínimo Viable (MVP) es un producto muy básico, con las funcionalidades esenciales y que permite probar la reacción que tiene el público objetivo. Con su feedback, es posible reconstruir y mejorar el producto, para lanzar una nueva versión: el MVP2, y realizar el mismo proceso. Este ciclo se repite varias veces para ir puliendo el producto en función de lo que el cliente demanda e identificar por qué está dispuesto a pagar.

Principales características

Se trata de una de las técnicas más importantes del Lean startup, y sus principales características son:

  • El MVP no trata de crear productos “mínimos”. El MVP es el producto final pero solo con las características imprescindibles para que se pueda poner a prueba. Debe tener todo lo que necesita el usuario, y su testeo por parte de los early adopters hará que se incluyan o excluyan características.
  • El MVP es una primera versión del producto. Es la versión que permitirá recoger el máximo de información posible, validando todas sus características con el mínimo esfuerzo de tiempo y recursos.
  • Conseguir el máximo de feedback a través del MVP requiere esfuerzo por parte de la empresa: se necesita hablar con clientes, obtener métricas, analizar la respuesta de los early adopters, etc.
  • Una buena definición de ‘Producto Mínimo Viable’ sería “lo mínimo por lo que un cliente estaría dispuesto a pagar”.

Toda la información necesaria para trabajar el MVP está ligada al lienzo de modelo de negocio o modelo Canvas, que ha sido descrito anteriormente. Es recomendable completar este modelo Canvas antes de iniciar el MVP para tener claro, por un lado, quiénes serán los early adopters y, por el otro, todas las características que podría demandar el público objetivo.

Caso 1. Buffer

Un ejemplo de uso de este modelo es el caso de Buffer. Su fundador, Joel Gascoigne, antes de ponerse rápidamente a programar se hizo la siguiente pregunta: ¿realmente los usuarios de Twitter utilizarían esta herramienta?

Fuente: Buffer

Para validarla lanzó una landing page con un único elemento accionable, la descripción de la herramienta y su propuesta de valor. Haciendo click en el botón de precios y planes, redirigía a un formulario para introducir el correo electrónico. En una semana, cerca de 100 personas registraron su email, por lo que se les concedió acceso a la herramienta. Fue el feedback de estos early adopters lo que acabó por definir el funcionamiento y forma final de la plataforma, que ha cosechado grandes éxitos.

Caso 2. Zappos

Otro gran ejemplo es el de Zappos: Nick Swinmurn, tenía una idea simple, vender zapatos online. Quería probar si su hipótesis de partida, “hay personas que quieren pagar por comprar zapatos online”, era cierta. Para ello llevó a cabo un experimento. Habló con el propietario de una zapatería de su localidad, fotografió unos zapatos de su tienda y los publicó en su web para venderlos. Cuando le realizaban un pedido, Nick iba a la zapatería donde realizaba las fotos y compraba los zapatos, los empaquetaba como si fueran suyos y los enviaba al cliente. Zappos fue comprada por Amazon en 2009 por 1,2 mil millones de dólares.

Conclusiones

Aunque el concepto del MVP parece sencillo y muchas empresas lo llevan a cabo con éxito, muchas otras lo hacen de forma incorrecta: o desarrollan un producto demasiado complicado o le quitan demasiadas funciones claves para comprobar su hipótesis. El MVP debe ser básico, pero sin perder su esencia, su función vital: se recomienda construir el 20% de la función del producto que será utilizada el 80% del tiempo.

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